Observación docente...por Roberto Moreno Godoy

Observación docente

El valioso aporte de nuestros pares..

Sabe, me cuesta dosificar el contenido en la clase. Tengo problemas al decidir qué hacer con mis alumnos y termino incluyendo demasiadas actividades, las cuales no alcanzo a terminar. ¿Quisiera usted llegar a mi salón y prestar atención a cómo me desenvuelvo en este aspecto? ¿Me podría dar realimentación sobre cómo optimizar tiempo y recursos? Así como este profesor requiere un apoyo puntual para programar mejor lo que hará en clase, otros necesitan orientación sobre distintos asuntos: la enseñanza de un tema en particular, manejo de la disciplina, tecnología educativa, evaluación, metodología de proyectos, aprendizaje centrado en el estudiante, uso de casos o cómo atender las diferencias individuales de los estudiantes. Los maestros son los dueños de su salón y ser observado no es algo fácil. Muchas veces los profesores se sienten intimidados por el hecho de que alguien ajeno llegue a su territorio a verlos, pues el ojo avizor de quien les juzga genera ansiedad. Con frecuencia esto no solo añade tensión, sino resta espontaneidad al ambiente de clase. Algunos montan un espectáculo para causar una mejor impresión. Otros son víctimas del pánico escénico y se descomponen. Sin embargo, es importante superar estas reacciones adversas, pues las apreciaciones de otros pueden ser de gran valor para que los profesores puedan mejorar su labor. Por ello, hay que encontrar fórmulas que viabilicen la cooperación entre pares. Una de las estrategias se denomina “observación clínica”. Se trata de un ejercicio de colaboración entre colegas, en donde los profesores se reúnen con antelación a la visita para que la persona que será observada precise las áreas en que necesita refuerzo y que el visitante evaluará. Durante la sesión de clase escogida, el observador se circunscribe a prestar atención a los aspectos acordados, para lo cual prepara una hoja de cotejo o un instrumento para registrar lo observado. Con posterioridad, los pares se reúnen de nuevo para que el visitante comparta con su colega lo que vio y para conversar sobre planes de mejoría. Esta ruta, que delimita el campo de acción, ayuda a desvanecer los nervios y la resistencia a ser evaluado. Una de las cosas más relevantes es que el proceso inicia con una autorreflexión, lo cual ayuda a los educadores a identificar sus áreas débiles y plantearse formas para reforzarlas. Ello se traduce en un mejor desempeño docente.

Hace unos días llegó a mis manos un artículo publicado en The Chronicle of Higher Education, que también insiste en el valor de la observación y del trabajo entre colegas. Presenta el caso de un profesor de ingeniería mecánica que involucró a científicos sociales para comprender mejor a sus estudiantes y acomodar el curso a sus características y necesidades. Otro ejemplo es el de un experto en dinámica de fluidos, preocupado por la alta tasa de fracaso de sus alumnos. Con el apoyo de especialistas de otros campos dio un giro a su clase, pasando de un enfoque muy tradicional, centrado en clases magistrales, a la incorporación de técnicas de aprendizaje activo. Llevó el proceso como un experimento que permitió monitorear el impacto del cambio efectuado. Los resultados fueros muy halagüeños, pues las tasas de aprobación mejoraron significativamente. Además, los estudiantes indicaron disfrutar mucho más el curso. El involucramiento de otros docentes hace posible hacer cambios sustantivos en nuestro quehacer. Además, los ojos de nuestros evaluadores externos nos ayudan a dejar de engañarnos y a prestar atención a los aspectos que debemos corregir. Nos ayuda a salir del terreno del confort y a proponernos retos. Si colaboramos con otros colegas, nuestras escuelas y universidades pueden ser auténticas comunidades de aprendizaje, para el beneficio de todos.

https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/10/26/observacion-docente/

Fecha del Artículo: 
Viernes, Octubre 26, 2018

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