"¿Qué opciones tienen los jóvenes?" por Jorge Benavides (27/03/2014)

El 14 de marzo se presentó al Congreso la propuesta para una ley Nacional de la Juventud, en la cual se plantea la creación de un sistema que sería coordinado por varias instituciones de Gobierno, incluyendo un Consejo Nacional Juvenil, un gabinete específico para el tema y una nueva secretaría dentro del Ejecutivo. El objetivo detrás de la ley es realizar aportes en materia de política pública para resolver la situación precaria de los jóvenes en temas de desarrollo y empleo.

No obstante, más allá de plantear necesidades de financiamiento y coordinación institucional dentro del Estado, esta ley poco tiene que aportar en cuanto a la resolución de los problemas que más afectan a este segmento de la sociedad: en Guatemala, el 30.8 por ciento de la población se encuentra entre los 12 y los 25 años de edad.

Los problemas que representan un mayor reto para el país son la deserción escolar durante la secundaria, así como la escasa inserción laboral al mercado formal para el 25 por ciento de los jóvenes que culminan los estudios de diversificado. De acuerdo al SITEAL, entre los siete y 12 años casi la totalidad de los niños en Latinoamérica van a la escuela. Sin embargo, a partir de los 13 años comienza a observarse una proporción mayor de adolescentes fuera del sistema educativo. Este proceso se acelera al punto que a los 16 años, tres de cada diez adolescentes se encuentra desescolarizado (en Guatemala esta cifra es seis de cada diez adolescentes). Adicionalmente, en un estudio elaborado por CEPAL, se estima que con un nivel de escolaridad entre nueve y 12 años, la probabilidad de sufrir situaciones de pobreza durante la vida laboral de una persona se reduce a un 20 por ciento, mientras que con niveles de escolaridad similares a los de Guatemala, esta probabilidad se eleva por encima del 42 por ciento. Para Guatemala, se requiere que la persona cabeza de familia que cuenta con menos de diez años de experiencia laboral (situación de la mayoría de los jóvenes), cuente con una escolaridad de entre 12 y 14 años para sacar a su familia de la pobreza.

Si no logramos que los jóvenes se mantengan dentro del sistema educativo formal, dotándolos de herramientas que les permitan responder a las demandas laborales globales, las probabilidades de éxito disminuyen, apareciendo situaciones adicionales como la maternidad y la paternidad temprana, el trabajo para sostenimiento familiar y la alta vulnerabilidad en el ingreso familiar ante eventos fortuitos. Estos problemas no se resuelven con mayor burocracia, sino que necesitan de acciones concretas relacionadas con la calidad del sector educativo y la generación de empleos formales.

Fuente: Jorge Benavides, sección Opinión, elPeriódico, 27/03/2014

Fecha del Artículo: 
Domingo, Abril 27, 2014

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