Construir esperanza tras la erupción del Volcán de Fuego por Salvador Paiz

La erupción del Volcán de Fuego ya es catalogada como una de las erupciones más mortales que han habido en todo el mundo. Sin lugar a dudas las pérdidas físicas y el daño emocional que ocasionó son incalculables. Los desastres naturales son experiencias traumáticas para cualquier ser humano, en especial para los niños y jóvenes. La devastación afecta por completo la sensación de seguridad y normalidad de su vida. En ese sentido, los adultos tienen un papel sumamente importante para su recuperación, ya que pueden ayudarles a enfrentar y comprender sus emociones. Por eso es fundamental tratar de retomar la normalidad de sus vidas, y el regreso a clases es parte importante de ello. 

La buena noticia es que esta semana miles de sobrevivientes retomaron el ciclo escolar. Gracias al esfuerzo de entidades como Unicef, Save the Children, Plan Internacional, BAC Credomatic, Fundación Carlos F. Novella, CentraRSE, Empresarios por la Educación, Conred, Mineduc entre otros y las donaciones voluntarias de ciudadanos guatemaltecos, aproximadamente 15 mil niños y jóvenes se reunieron con sus compañeros y maestros tras la tragedia. A partir de ahora 30 carpas, debidamente equipadas, funcionarán como aulas temporales. En estas se atenderán a tres grupos por día, en jornadas reducidas de tres horas, para que así todos estos niños logren adquirir las competencias mínimas de este año. 

Es esperanzador ver el grado de emoción de los niños, padres de familia y docentes por este regreso a clases. Para muchos de ellos la recuperación en otros ámbitos de sus vidas será un largo proceso que tomará años. Por eso mismo la colaboración y el apoyo entre sectores para normalizar la parte educativa ante esta emergencia es de suma importancia. Hasta el momento, el nivel de coordinación y colaboración entre todos ellos es digno de aplaudir. Ojalá logremos mantener esta buena coordinación y solidaridad para los retos que se avecinen. 

En mi opinión este regreso a clases representa un rayo de esperanza para todas estas familias. Sin duda esta es la estrategia más eficaz para que todos ellos recuperen su estado emocional y su sentido de normalidad. Las cosas nunca regresarán a ser como antes, pero no todo está perdido. Existe la posibilidad de seguir adelante con la frente en alto. Existe la oportunidad de seguir construyendo una vida juntos. Y, si todos trabajamos en conjunto, existe la esperanza de un buen futuro. 

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