"Estrategias que funcionan" por Dr. Roberto Moreno

"Estrategias que funcionan" por Dr. Roberto Moreno

Revisemos qué da resultados en las aulas.

Hace unos días hice referencia a la importancia de la aplicación de las pruebas de graduandos y de otras mediciones que ayudan a monitorear la calidad de la educación en los centros educativos. Un seguimiento cercano a los resultados de los estudiantes puede ayudar a establecer la efectividad de las políticas y reformas educativas. Hoy quisiera ilustrar con un ejemplo puntual cómo estas bases de datos ayudan a rescatar y difundir algunas iniciativas que están teniendo impacto en el país, de forma tal que se pueda ampliar su cobertura.

Las últimas pruebas de graduandos fueron aplicadas en 2019 a 157 mil 318 estudiantes del último año de diversificado, de los cuales la edad promedio era 19 años, un 51 por ciento eran mujeres y un 73 por ciento estudiaba en el sector privado. Los resultados en lectura ese año siguen sin ser halagüeños. Indicaron que un 24.25 por ciento de los graduandos tuvo un desempeño excelente y un 12.78 por ciento un resultado satisfactorio, por lo que solamente cerca de un 37 por ciento “pasó” la prueba. Tres de cada cinco estudiantes evaluados no demostraron haber alcanzado los conocimientos básicos en lectura, lo cual nos alerta sobre la necesidad de reforzar los aprendizajes. 

Pese a que estos resultados activan varias alarmas, es importante hacer una revisión del comportamiento histórico de los datos, pues sí ha habido avances importantes. El logro nacional en graduandos por año, según porcentajes alcanzados en lectura, fueron 25.97 por ciento, 32.32 por ciento, 32.33 por ciento, 34.81 por ciento y 37.03 por ciento para el 2015, 2016, 2017, 2018 y 2019, respectivamente. Un examen de estas cifras evidencia un progreso significativo en las cohortes de graduandos, con un crecimiento de 11 por ciento en el porcentaje de estudiantes que tuvieron un desempeño excelente y satisfactorio en el último quinquenio. Tanto los establecimientos oficiales como los privados mostraron mejoría. La pregunta que surge es qué se hizo para provocar estos cambios favorables.

Una revisión de las estrategias educativas impulsadas por el Ministerio de Educación de Guatemala recientemente nos remonta al año 2012, en que se lanzó el programa Leamos Juntos. Aparte de requerir unos minutos diarios de lectura en todas las aulas del país, el Mineduc entregó en todas las escuelas e institutos bibliotecas de aula con varios de los títulos de autores nacionales y extranjeros más reconocidos. El tenaz equipo de profesionales del Mineduc logró distribuir ocho millones y medio de libros a todos los establecimientos oficiales. Esta importante inversión fue acompañada con varias actividades de promoción de la lectoescritura. Lo interesante es que varios años después esos niños que recibieron las cajas de colores con libros en sus centros educativos parecen tener mejor desempeño en lectura en su último año de secundaria. 

Habría que plantearse una hipótesis sobre si este programa hizo la diferencia. Ahora que termina el ciclo escolar, todavía presionados por la pandemia y ante la imposibilidad de regresar a clases presenciales, habría que retomar algunas de estas estrategias, profundizar en el análisis y tratar de esclarecer su incidencia en la mejoría de resultados. Asimismo, habría que ver si todavía hay en las aulas cajas de libros que se puedan aprovechar para idear nuevas rutas de aprendizaje para que los estudiantes puedan ejercitar sus competencias lectoras. Es imperativo prepararse para el inicio del próximo ciclo escolar. Una buena forma de hacerlo es evaluando qué cosas han dado resultados en las aulas y difundirlas. 

https://elperiodico.com.gt/opinion/opiniones-de-hoy/2021/10/29/estrategi...

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