La inversión educativa en tiempos de post pandemia

La inversión educativa en tiempos de post pandemia por Alejandro Morduchowicz

Sin duda, en la actualidad lo urgente y lo importante es la inversión pública en Salud. ¿Y la relacionada con Educación? También es urgente e importante. Que no tenga la misma prensa se debe, quizás, a que los efectos de la baja inversión no se sentirán ahora, pero sus consecuencias se verán en unos años y el impacto será en la calidad de nuestras vidas.

La envergadura de la crisis durante y post pandemia hace imposible que algún nivel, sector o área de los sistemas educativos se salve de verse afectado ahora o después. Más aún, la (ir)resolución de cada problema impactará en la estructura que este período nos legue.

Las cuestiones pedagógicas y emocionales fueron las más absorbentes en estos meses: básicamente, cómo continuar con algo parecido a la enseñanza y las experiencias escolares. Pasadas unas semanas, ya pueden apreciarse los distintos factores emergentes que fueron apareciendo y que seguramente presionarán sobre los sistemas educativos, su financiamiento y, por lo tanto, su gobierno mismo. En otras palabras, que impactarán en nuestro futuro como sociedad.

En principio, estos son algunos de los factores que demandarán atención del presupuesto público o que repercutirán en el financiamiento del sector:

  1. La educación privada. El achicamiento de este sector por empobrecimiento de las familias y cierre de sus escuelas derivará en una demanda significativa e inesperada de vacantes en los establecimientos públicos. A priori, no parece que habrá espacio para recibir esa nueva matrícula o, al menos, no en su totalidad. Las universidades privadas también enfrentarán problemas similares, por moras en los pagos o por emigración de sus alumnos.
  2. La formación docente. En épocas de crisis, por su potencial como empleo estable, muchos jóvenes vieron a la docencia como un refugio seguro frente a la incertidumbre. Si esto se repitiera en las actuales circunstancias, habrá presión sobre el sistema formador. En paralelo, las restricciones presupuestarias seguramente impedirán nuevas incorporaciones.
  3. Políticas socioeducativas. Entre otros, comprenden un amplio rango que incluye becas, alimentación escolar, útiles, y libros de texto. Si el tema de la equidad era perentorio antes de la crisis, con el aumento de la pobreza y el desempleo se ha vuelto más crítico que nunca.
  4. El gasto en educación que las familias hacen por su propia cuenta también disminuirá. Si la oferta estatal no se expandiese al ritmo del pase de alumnos del circuito privado al estatal, este rubro contribuirá a la inevitable caída global del financiamiento del sector.
  5. Cuestiones sanitarias y de infraestructura. En el corto plazo, habrá que preparar las escuelas para el regreso; en el mediano y largo, las principales tareas pendientes serán la readecuación de los espacios y la ampliación de la red escolar disponible.
  6. Tecnología y recursos digitales. La crisis puso en evidencia la carencia de dispositivos y acceso a internet, principalmente, por parte de los hogares de menores recursos. Este déficit fue uno de los más mencionados en redes sociales y medios de comunicación.

Fuente: https://blogs.iadb.org/educacion/es/inversioneducativapostpandemia/

 

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